Vengo de un portazo.
Bailo, movimietos cuidados, gesticulo imaginando que me ves por algún rincón entre la pared y el techo, o imagino que ese es ahora mismo tu mayor anhelo.
A veces quiero descansar en tu regazo implorando solamente calor, abandonándome a ti, y otras veces no quiero verte, porque mirarte me hace daño. Me cuesta respirar seguido si recuerdo una de tus sonrisas que me han pasado cerca, porque puedo asegurar que no eran para mi.
No se quién eres, no se si te necesito o no, pero sé de mi vacío.
Extraño abrigo, voz complice y regañinas, extraño extrañarte con recompensa final y extraño que me sobres.