No más roturas ni quiebros, no más vísceras inútiles y pesadas.
Se hace cuesta arriba la espalda imposible que vuelvo a recorrerte cada día en mi cabeza. Déjame, porque ya fue suficiente acoger sin prejuicios los "te quiero" por adelantado. Aléjate porque ya no quiero mendigar más minutos de dormir para vivir en un sinfín de reencuentros. Vete, porque ya es merecido regalo un día sin nubes, una autosonrisa en el espejo . Desaparece, porque tengo que existir.
Adiós, mi amor loco, porque en este jardín ya no caben más pisadas.