Las aguas se me hacen bocas, mudas, desnudas, heladas.
Te haces líquido esta noche y estás goteando de ti misma.
Basta, abandona por hoy, mañana recoge los trozos solidificados, aunque ya no será lo mismo.
Y yo, que soy adoradora de las clavículas, de esa parte tan respirable entre hombro y cuello, he dejado de creer en su fuerza.
Me miro las clavículas, te las regalaría.