domingo, 30 de octubre de 2011

noche gata

Amargamente huyendo por los tejados, saltando, rompiendo tejas y clavando las uñas en las sombras que dejan asomar por ventanas encendidas

bipo


Gozo y tedio juntos en un solo órgano. Bailan y luchan dentro de mis vísceras. Ahora estoy yo, dice el sentimiento de júbilo, y saltas, gritas y lloras de risa, dices y haces cosas divertidas, no te arrepientes de estar ahí, de ser tú o de ser advertida. Ahora estoy yo, dice el hastío, cansado de miradas de rechazo, con interrogantes sobre las cabezas en los individuos que te rodean, no saltas, no gritas y no te ries, tu cuerpo estático y un gesto inevitablemente resignado, todo a tu alrededor se reduce a la arrogancia. 

Una amalgama de sensaciones discrepantes que te matan y te reavivan a cada instante. Un bombeo continuo de sangre que no conoce su dirección y que se revuelve y confunde porque no tiene salida. Un estruendo de voces interiores que son necesarias a la vez que impertinentes y asesinaría a ratos.

Desconecto estas neuronas y me hago más pequeña hasta dormir, porque a veces es la única forma de equilibrio, hasta que aparecen los sueños que no son conscientes de que pueden crearme el más tormentoso placer o la mayor agonía.

martes, 18 de octubre de 2011

la novia cadaver

Bambuleante va la novia hacia el altar, el sonido aturdidor de risas, llantos y cotilleos, no sabe si va hacia adelante o hacia atrás.

Ya es tarde mi pequeña, y todos nos esperan.

Una sonrisa decrépita hace de recibidor mientras, a duras penas, consigue mantenerse en pie por unos brazos familiares y tiernos. Ahí está él, sus ojos clavados en ella, nunca antes creyó perder la razón hasta ahora. ¿llegará al final del día con la misma gracia del primero cuando él la llevaba al parque? No encuentra la ilusión y ahora sus gestos son inertes.

Una vez soñé que era el día de mi boda, estaba en mi casa eligiendo un vestido del armario. Mientras, los padres de mi novio llamaban insistentemente al timbre y mi madre me decía: "date prisa, ya están ahí". Mi novio me comentaba, "haz lo que quieras, no tienes por qué hacerlo", pero cuando volvía a hablarle para comunicarle que no podía, se enfadaba porque nuestras madres llevaban todo el día cocinando. Desperté con ansiedad. Cuando le conté esto a mi novio no podía creer que casarme fuera para mí una pesadilla, pero no podía entender que era mucho más que "casarme" lo que me aterroriaba. Me había visto empujada por cánones sociales y por un entorno que nunca me preguntó qué quería hacer. Él nunca profundizó en el asunto, quizá no supo hacerlo.

Supongo que a pesar de la desaparición del amor, esta fue una de las cuestiones que hicieron que él me abandonara. No éramos iguales.

El miedo al compromiso que alguna vez todos hemos sentido, el miedo a perder la ilusión, la pasión y a verse en un lugar donde nunca pretendías, y al que no sabes como has llegado... ese terror.

lunes, 17 de octubre de 2011

bailándote



Es curioso, yo me atrevo a imaginar que soy capaz de quererte hasta el punto de serte fiel, sabiendo que probablemente tu vida y la mía estén a kilómetros de distancia. Invento que me sonries e invento que me adoras, y no eres consciente de que esa canción la bailo a solas para ti.



Foto de Jose Manuel Dóniz

miércoles, 12 de octubre de 2011

¡sinceridad!

Hombres del mundo, ¡pronunciaos! Ya no podeis hacernos más daño.
Cojones y sinceridad:
Quiero un "no quiero", hachazo.
Quiero llorar un día y no pasar cinco esperando, jugando a las adivinanzas y preguntándome qué he hecho mal.
No quiero ni puedo permitirme dejar de responder como persona para convertirme en un ente triste e inútil.
¡Si!, somos más sensibles, más frágiles, pero la sinceridad tiene nombre de mujer.