Fueron años de echar de menos.
Yo puedo hablaros de la distancia.
Tan profunda era la llaga que dejaba quererle desde lejos
que podía abrazarme a Soledad mientras dormíamos juntos.
El mundo ya está roto,
y nosotros cansados, como los espejos de mirarnos las arrugas.
Me haces cenizas estas noches cuando apareces de nuevo,
agotando todos mis intentos por reconstruirme.