Bañarse en el mar es bañarse en las lágrimas evaporadas del ser, en las consecuencias del querer y no querer.
Nadar en el mar es empaparse de los finales dramáticos.
Bañarse en el mar es regodearse la naturaleza en la pesadumbre de los olvidos, de los recuerdos, de la mortal nostalgia de los que se distancian.
Bañarse. Adentrarse al mar, hundirse en el poema, bañarse en los restos del autor de cartas sin destinatario, en los despojos, en donde murió el dulce de tantos ojos anónimos.
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