viernes, 3 de junio de 2011

Y así sucede


Su terrible voz, y mis órganos tan pequeños o tan grandes... donde no cabe más ternura que albergar para él.
Y así sucedió, que era innegable mi afán por seguirle, por apreciarle, por adorarle sobre todas las cosas. Así sucede, que donde y con quién esté, yo velo por sus pestañas, que las he sentido mariposear en mis mejillas, por su cuello perfumado para mi, por su marca en la pierna que siempre extrañó, por sus lunares porque yo los contaba al besarlos, por sus cicatrices, porque estuve ahí cuando surgían, sangraban y sanaban.

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