El hueso bonito de la cadera, tan solito. Las pecas de los hombros, tan solitas. El pelo enmarañado y las ganas al despertar, tan solitas. Las canciones que escucho y canto pensando en ti, que mueren en el aire tan solitas.
Y tú, tan ajeno, tan sin importar quién seas, sólo sé que una vez más todo tan solita y tan vacía, y todos mis adentros tan llenos de ti. Y tú, sin importar quién, tan sin merecerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario